lunes, mayo 19, 2008

Reminiscencias

Sí, ya me lo habías dicho. Hablando de Borges, dijiste que nunca había pensado en ti.
Me increpaste diciendo cómo puede ser que sea más admirador de él que de Cortazar.
En tu mundo genuino y encerrada en una burbuja, te pregunté porqué pensabas así de Borges. “No me preguntes eso” También quise saber sobre las contrariedades con que dices algunas cosas. “En un anfiteatro comenzamos a recitar poesía” ¿Te acuerdas cuando me dijiste eso? ¿Recuerdas aquellos empujones chispeantes de locura con la que algunas veces me contabas de tu desrutinada vida? Claro, ahora te metiste a otra facultad. “Pero literatura ha sido siempre lo tuyo” te dije. “No me preguntes porqué lo hice” tan cortante como navaja criminal fue lo único que escuché.
Cierto día viniste alegre habiendo devorado Residencia en la Tierra. Te comenté sobre lo poco que había leído a Neruda. Pero tu avidez fue la lanza que necesité para encontrarme con algunos poemas.
Recuerdo con un entusiasmo latente lo mucho que me había gustado Cartas a Mamá, pero llegaste siempre tú para contrariarme y decirme que te sedujo mucho El Perseguidor.
También te acuerdas cuando me dijiste con un desprendimiento caribe que a falta de abrazos nunca dados, decidiste abrazar a un árbol y sentirte eternamente querida. Y yo te quise mucho, cómo negarlo, y yo ahora te recuerdo mucho.