domingo, diciembre 27, 2009

La sobrevivencia como desafío

¿Hay una forma universal de resistencia? ¿Existe alguna virtud en dar muerte como una tentación para preservar otras vidas? Y, si la venganza consiste en saldar cuentas pesadas que oxidan el alma, ¿acaso no iríamos tras ella para saciar la ira interna que la muerte de nuestros seres más cercanos produjo?
Desafío de Edward Zwick presenta la radiografía de tres hermanos judíos en Bielorrusia cuyo único fin por aquellos nefastos años de entre guerra (1941) sería lo que para muchos es lo más simple y anodinos de todos nuestros actos: la sobrevivencia.
Y para sobrevivir del exterminio y la carnicería nazi habrá que seguir dos líneas paralelas, dos vertientes que simbolizan los polos opuestos de resistencia: entre el ojo por ojo; es decir, el aniquilamiento de nazis para abrirse paso hacia un futuro incierto, sin tregua y que denota la venganza reprimida donde matar se erige como una virtud para mantener con vida a los suyos. Y, desde el campo contrario, escogiendo la bandera de la resistencia pacífica, visionando tiempos mejores, siguiendo un humanismo que los reprime de utilizar la venganza como propuesta de salvación.
Películas sobre la bestialidad del nazismo y el despiadado exterminio de judíos desposeídos, desvalidos e indefensos hemos visto muchas; por tanto, la puesta en escena de Zwick de introducirnos en la odisea de los hermanos Bielski que, escogiendo caminos distintos, lograron sobrevivir a la masacre del holocausto, resulta interesante pues la piedad y compasión que el espectador acostumbrado a este tipo de filmes suele tener, desaparece por completo, se diluye como agua de verano y observamos, por el contrario, el coraje, la venganza, la asunción del liderazgo y el valor unánime de judíos errantes que creyeron en la posibilidad de resistencia y cuyo único objetivo era simplemente alargar la vida misma.

Sin embargo, la presencia de un arquetipo desdibuja una película. Y ese es justamente lo que ocurre con algunas escenas en Desafío. Cuando el líder de la resistencia pacífica Tuvia (Daniel Craig) arenga a los judíos que lo siguen a sobrellevar los malos tiempos, lo hace subiéndose a un caballo lo cual nos remite rápidamente al Brave Heart de Mel Gibson. El sello de un director habita en la originalidad que le imprime.
La otra ocurre cuando el grupo de judíos al escapar del bombardeo alemán se encuentra cara a cara con el río que, sin otra alternativa, deben cruzarlo. Es Pascua. Recuerdan a Moisés cuando abrió el mar y se cargan de valor y fe. El paralelismo religioso para explicitar la creencia bíblica del judaísmo sobra en esta escena puesto que la efervescencia y el fanatismo que encierra una religión es suficiente motivo de expresión.

No es una película imprescindible ni una obra maestra, pero Zwick se encarga de narrar los hechos sin asumir la denuncia que este tipo de filmes alberga como una forma de presentar la autoindulgencia. Cumple con la verosimilitud del relato y nos presenta un hecho histórico de la colectividad de judíos sobrevivientes desde una perspectiva ya no de la indefensión de los oprimidos sino de la entrega y la temeridad, el valor y el arrojo que procuraron la conquista de sus propias vidas.