domingo, octubre 18, 2009

Recordándote un poco

Hoy al regresar del Centro Cultural de España, solo había un asiento en el bus, aquel que está de espaldas hacia el paisaje.
Bastó descubrir que era el único en todo el carro para que me acordara de Ribeyro. Era aquel que contradice a todos y la mirada por la ventana consiste en un alejamiento de algo, no en una forma de acercarse a algo, como los demás asientos. Me senté y me acordé del gran cuentista. Alguna vez Julio Ramón había dicho que este tipo de asiento consiste en una huida. Mientras alguien se sienta con la mirada hacia el paisaje que viene sabe que se acerca a algo, que está próximo a un encuentro, a un objetivo, la llegada al destino. Pero aquel que se sienta con la vista del paisaje que se aleja siente que todo le pasa, que deja lugares y que no visiona lo que viene, que la proximidad es un incierto. Todo se aleja, todo le huye, todos le huyen. No puede observar aquello a lo que fue a buscar.

Pero, para tratar de despertarlos del tedio, escuchemos mejor a las palabras de Ribeyro que en seguida abro mi libro Prosas apátridas donde él nos manifiesta las ideas mal expuestas en el párrafo anterior:

"Viajar en un tren en el sentido de la marcha o de espaldas a ella: la cantidad física de paisaje que se ve es la misma, pero la impresión que se tiene de él es tan distinta. Quien viaja en el buen sentido siente que el paisaje se proyecta hacia él o más bien se siente proyectado hacia el paisaje; quien viaja de espaldas siente que el paisaje le huye, se le escapa de los ojos. En el primer caso, el viajero sabe que se está acercando a un sitio, cuya proximidad presiente por cada nueva fracción de espacio que se le presenta; en el segundo, solo se aleja de algo. Así, en la vida, algunas personas parecen viajar de espaldas: no saben a dónde van, ignoran lo que las aguarda, todo los esquiva, el mundo que los demás asimilan por un acto frontal de percepción es para ellos sólo fuga, residuo, pérdida, defecación".