jueves, octubre 01, 2009

Algo tarde...

Y seguía con los tormentos desde su nacimiento abortivo. Desde los pasajes inesperados cuando alguien le abrigó para reemplazar la guarida calurosa de un vientre. Tenia que salir, tenía que contemplar los instantes precisos que su cabeza asomaba a un mundo distinto, dichoso, alegre… detestable. Pero seguía ahí, lo observaba todo y se preguntó si no se había equivocado de tiempo, de espacio o acaso de circunstancia. Pero tuvo que aceptarlo, correr el riesgo de entregarlo todo, el riesgo del nunca dado, nunca recompensado, jamás felicitado. Y de pronto alguien aparece y se lleva nuestras vidas. Y sigue esa forma del desvivirse por el otro, tanto que a veces alguien grita para que la vida nos sea devuelta, pero es tarde. Como tarde también el regreso al vientre de fogata de donde tal vez nunca debimos salir, como tarde nuestras muertes postergadas.