sábado, abril 11, 2009

Los encuentros con ella...

En cada encuentro inadvertido, él le aseguraba sentirse bien; con sus manos ágiles que enfatizaban alegría le contaba sus mejoras en el trabajo y cómo su salud galopaba hacia una recuperación avistada. Y lo hacía con tal optimismo que ella se llevaba un recuerdo alargado de tranquilidad hasta su próximo viaje cuando lo volvería a visitar. Pero él también quería saber sobre su vida, entonces ella, con labios alargados mostrando satisfacción, relataba que en el pueblo las cosas caminaban hacia un futuro promisor, que, a pesar de los lentos días que parecen nunca terminar, disfrutaba de la lluvia y el viento que le rajaban la cara, los labios, las manos… se sentía dichosa, y él, escuchándola, sentía que vivía. Pero habían establecido un pacto tácito para no develar preocupaciones, para que cada quien siga en la burbuja de felicidad: la mentira recíproca.