martes, mayo 27, 2008

La máquina

Recibes un sueldo aceptable, te congratulan por tu pertinente ascenso en la empresa; cada mañana, te bañas y te perfumas con la intención de no contrariar al olor agradable de la empresa donde trabajas.
Se trabaja.
Piensas ahora que los escalones procuran un éxito indescriptible en las organizaciones que te albergan y que te libran de males económicos, criticas a quienes, con su pereza, no logran solventar su rendimiento empresarial ni con las expectativas de la organización.
Te leíste todo los libros de marketeras marcas indelebles, devoraste las interminables hojas de libros de superación personal y te sentiste profundamente realizado de todo obstáculo que deparan los caminos.
Te sumergiste en la atrapadora confabulación de los eternos compromisos enternados y quisiste que todo sea pulcro, diáfano, celestial.
Y yo, con una reminiscencia que trato de llevarlo al recuerdo digo como un poema de Watanabe: el caracol que nos anunció el mar que desconocíamos se ha convertido en cornucopia.