sábado, mayo 22, 2010

Otredad muerta

El agua se escurre, infinita. Una avería de los tubos. Durante el día, el agua sigue su caudalito por el lavabo; durante la noche, igual. Mi padre se asoma con un aguja en el pecho al dependiente del restaurante. "Tú no eres humanno, cuánta gente no tiene agua y lo dejas así día y noche" le increpa. "Pero para eso pago, pues" Se excusa.

"Hay, ya comienzas" se molesta. La voz femenina termina reprimiéndolo: Había abierto un libro.

Pasaje adulto: tres soles, medio pasaje: un sol cincuenta, clava la tarifa. "Pasajes con sencillo, por favor" se escucha. Un sol veinte, le alcanza una señora. Boleto. La universitaria le pone una moneda de dos soles en su mano. Cincuenta de vuelto. "Oye, no me vas a cobrar un sol cincuenta, pues" "Mira la tarifa" le señala y se va al estribo de la custer.

En el Perú, el Otro no existe.