jueves, mayo 22, 2008

Lo que fue.

Tal vez nuestro futuro no es más que un pasado retórico, ya recorrido, que, al volver la vista atrás, contemplamos la estela espumosa de lo que fuimos y lo que nunca más seremos, de nuestra muerte en vida y nuestro destino incierto.
Si con toda la gama de experiencias inmemoriales nos quedamos atenuados por el rasguño de la moral, es cuando se muere para siempre, cuando se come como todos lo días, pero muerto, cuando defecas, pero sin alma, cuando avisoras el mar y ves tinieblas cataratescas de tus ojos desvaídos.
Pero si, a pesar de todo, tratamos de darle un respiro a nuestra insulsa existencia y nos encontramos con todo lo vivido cara a cara, será ahí cuando el dios de las desdichas bendecirá tu puerta cagada de inmoralidades y bañada en oro de la desgracia.
Hay, en todos, un dolor vallejiano que nadie a de palpar. Pero si la estructura de nuestras ánimas se desvincula de la esencia, una vez más, diremos, como un Watanabe aún vivo: a este cadáver le falta alegría.
Y así, el viento es un caballo, míralo como corre por el mar, por el cielo. Neruda.
El caballo galopa contra el viento: el resumen de la vida.
Por lo pronto quiero jugar.
No quiero, eso sí, decir al final de este viaje, como un dolor borgeano, que "mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida. Cumplida no fue su joven voluntad. No fui feliz".

1 comentario:

Unknown dijo...

Sí, lo que fue...y lo que nunca más será.
Entiendo.
Pero, como bien dices, si al final de este viaje (silvio dixit) hacemos de nosotros El Remordimiento, aquel poema que tanto daño me ha hecho, o tal vez todo lo contrario, una apología, un himno, entonces, no habrá fin final...
Te quiero, chico...